Autoría de la publicación
Juan de Torquemada fray
Título de la publicación
Monarquía indiana. Volumen III
Tercera edición (primera edición UNAM), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1975, 2936 páginas, ilustraciones, cuadros y mapa (Historiadores y Cronistas de Indias 5)
Volúmenes
Advertencia | I | II | III | IV | V | VI | VII | Catálogo |
Volumen III | Libro sexto | Libro séptimo | Libro octavo | Libro nono | Libro décimo |
Volumen III. Libro Sexto
Capítulo | Páginas | |
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Tabla de correspondencias | 5-6 | |
Los autores que se citan en los volúmenes tercero y cuarto |
7-10 | |
Argumento de el Libro Sexto | 11-12 | |
Prólogo al Libro Sexto | 13-16 | |
Capítulo I. De cómo en el ánima del hombre hay un principio natural que le inclina a buscar a Dios, aunque no con acto distinto sino confuso | 17-20 | |
Capítulo II. Donde se prueba haber Dios al cual el hombre, naturalmente, se inclina | 20-23 | |
Capítulo III. Cómo los hombres no pueden vivir sin reconocer algún dios falso o verdadero, por cuanto el principio natural que hay en él (que es la voluntad y apetito) le incita a ello | 23-26 | |
Capítulo IV. De cómo, aunque los hombres tienen natural inclinación a Dios, no todos han sentido ser uno solo, por haber tenido muchas naciones ser muchos dioses; y cuáles los han imaginado y considerado los antiguos | 27-28 | |
Capítulo V. Que trata de cuando tuvo principio la idolatría en el mundo; y de la maldad de los primeros hombres de aquel siglo antes de el Diluvio | 28-37 | |
Capítulo VI. Cómo después de el Diluvio prosiguió en el mundo la maldad y pecado de la idolatría, extendiéndose por él casi universalmente, y de cómo se halló muy en su punto en estos indios occidentales | 37-42 | |
Capítulo VII. Cómo los gentiles desta Nueva España creían ser dioses muchos hombres encantadores, por embustes que hacían; y del origen fabuloso que algunos tuvieron | 42-43 | |
Capítulo VIII. De cómo aunque todos los gentiles, así antiguos del viejo mundo, como los modernos de este nuevo, han seguido este error de adorar hombres por dioses, no les ha faltado conocimiento de que hay dioses supremos de cuya potencia procedía el ser y vida | 43-44 | |
Capítulo IX. Que trata de la causa por que Dios reprueba a los hombres y los deja caer en tantas cegueras y abominaciones | 44-46 | |
Capítulo X. De cómo Dios castiga pecados con pecados | 46-49 | |
Capítulo XI. Que trata cómo por haberse apartado la ciega gentilidad de Dios los ha privado de su gracia | 49-50 | |
Capítulo XII. Del principio de la idolatría, después del Diluvio; y cómo lo primero que adoraron las gentes fue el sol y la luna y las estrellas; y que este modo de dioses fue muy honrado y venerado, en estas partes de las Indias, de los indios gentiles que las poseyeron | 51-53 | |
Capítulo XIII. De cómo la ciega gentilidad adoró por dioses cosas vivísimas; y se prueba con ellas el castigo grande que fue dejarlos caer en tan grandes y detestables errores | 54-55 | |
Capítulo XIV. De los lugares donde ponían los antiguos estos animales que adoraban por dioses, y de la honra que se les hacía en sus obsequias y entierros | 56-57 | |
Capítulo XV. De cómo no sólo las naciones antiguas de los gentiles dividieron sus falsos dioses en clases y órdenes superiores e inferiores, sino también los de estas Indias Occidentales; y de cómo los repartieron en sus oficios y prerrogativas | 58-59 | |
Capítulo XVI. De la multitud de dioses que tuvo la gentilidad, así los antiguos idólatras como éstos nuevamente descubiertos en estas Indias Occidentales de la Nueva España y Pirú | 59-62 | |
Capítulo XVII. De los dioses que adoraban los indios de la Isla Española y todos los de las islas comarcanas y otras provincias | 63-64 | |
Capítulo XVIII. Cómo erigían sus dioses estas gentes de estas islas; y cómo ha sido costumbre antigua del demonio hablar y darse a conocer en árboles y otras plantas a los hombres | 64-66 | |
Capítulo XIX. Que trata de los dioses Ometecuhtli y Umecihuatl, por otro nombre llamados Citlalatonac y Citlalicue, y de su lugar y asistencia, según lo sentían estos mexicanos | 66-68 | |
Capítulo XX. Que trata de el dios Tescatlipuca y de los atributos que le aplicaban, y cómo fue éste el que los antiguos gentiles llamaron Júpiter | 68-71 | |
Capítulo XXI. Donde se trata de el dios Huitzilupuchtli, llamado de los antiguos, Marte; muy querido y celebrado de estas gentes indianas, en especial de mexicanos; y se dicen embustes de el demonio, mezclados con misericordias de Dios; y de cómo fingió nacer de mujer | 72-75 | |
Capítulo XXII. Donde se trata del dios Paynal, que fue la diosa Bellona de los antiguos | 75-76 | |
Capítulo XXIII. Donde se trata del dios Tlalocatecuhtli, llamado Neptuno de los antiguos, dios de las aguas; y de otros dioses sus compañeros; y de los errores de estos indios acerca de estos dioses | 76-81 | |
Capítulo XXIV. Del dios Quetzalcohuatl, el cual tuvieron estas gentes indianas por dios del aire, y se dicen muchas cosas que le atribuyeron | 81-87 | |
Capítulo XXV. De la diosa Centeutl, por otro nombre Tonacayohua, dicha de los antiguos Ceres | 87-88 | |
Capítulo XXVI. De los dioses de la provincia de Quauhtemallan, y de el dios llamado Exbalanquen | 88-91 | |
Capítulo XXVII. De cómo estas naciones indianas adoraron al sol, llamado de ellos Tonatiuh, y de los antiguos gentiles Apolo | 91-92 | |
Capítulo XXVIII. De los dioses Xiuhtecuhtli, abogado de el fuego, llamado Vulcano, Iyacatecuhtli, dios de los mercaderes, llamado Mercurio | 93-94 | |
Capítulo XXIX. De Tezcatzoncatl, celebrado dios de el vino por estas gentes indianas, llamado de otros gentiles Baco | 95-96 | |
Capítulo XXX. Del dios Nappatecuhtli de los petateros o oficiales de hacer esteras; y de los dioses de los lapidarios y otros | 97-98 | |
Capítulo XXXI. De la diosa llamada Cihuacohuatl, por otro nombre Quilaztli, que en común adoraban estas gentes indianas, que parece ser la primera mujer del mundo | 98-99 | |
Capítulo XXXII. De la diosa Tlazolteutl, llamada de los antiguos Venus | 100-101 | |
Capítulo XXXIII. De los dioses que tenían los de las provincias de Paria, Cumana, Venezuela y Santa María y otras sus convecinas | 101-102 | |
Capítulo XXXIV. De los dioses lares que estas gentes indianas tenían, llamados Tepictoton | 103-104 | |
Capítulo XXXV. Donde se dice y declara el origen y principio que tuvieron las imágenes en el mundo, y del tiempo que comenzaron las estatuas y simulacros del demonio | 104-107 | |
Capítulo XXXVI. Donde se dice el intento del demonio en haber usado de estatuas y simulacros en el mundo; y de cuán antiguo engaño ha sido el haberse disfrazado en diferentes formas para engañar a los hombres. Y cómo la primera imagen fingida se mostró en el paraíso | 108-110 | |
Capítulo XXXVII. De cómo los antiguos y modernos gentiles de estas Indias pintaban y figuraban las estatuas de sus dioses; y el intento que tenían en variar sus pinturas | 110-113 | |
Capítulo XXXVIII. De cómo estos indios mexicanos hacían y formaban la estatua de su mayor dios, llamado Huitzilopuchtli, de varias y diferentes semillas | 113-115 | |
Capítulo XXXIX. Donde se confutan los errores de los idólatras pasados de esta Nueva España; y se dice su ceguera y confesamos un solo Dios, el cual comprehende todo lo que falsamente se atribuye a los falsos dioses | 116-117 | |
Capítulo XL. Del aborrecimiento grande que Dios ha tenido y tiene a la idolatría; y de la pena particular con que el demonio es castigado por haberla introducido en el mundo y enseñádola a los hombres | 117-120 | |
Capítulo XLI. De lo que estos indios tenían y creían acerca de sus dioses o demonios y de la creación del primer hombre | 120-121 | |
Capítulo XLII. De cómo fue criado el sol, y de la muerte de los dioses según mentirosamente estos indios lo creían | 121-122 | |
Capítulo XLIII. De cómo Tezcatlipuca apareció a un su devoto y lo envió a la casa de el sol | 122-123 | |
Capítulo XLIV. De la creación de las criaturas, especialmente del hombre, según los de Tetzcuco | 123-124 | |
Capítulo XLV. De cómo dicen decendió de el cielo Tetzcatlipuca, y persiguió a Quetzalcohuatl hasta la muerte; y de lo que el rey Nezahualpilli de Tetzcuco sintió de sus dioses, y otras cosas | 124-126 | |
Capítulo XLVI. De la manera que tenían en orar y por qué pintaban a sus dioses tan feos | 126-127 | |
Capítulo XLVII. De lo que tenían por demonio, y de cómo les aparecía algunas veces; y qué sentimiento tuvieron de el ánima | 127-128 | |
Capítulo XLVIII. De muchos agüeros y supersticiones que los indios tenían | 129-131 |
Volumen III. Libro séptimo
Capítulo | Páginas | |
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de el Libro Séptimo | 133-134 | |
Prólogo al Libro Séptimo | 135-136 | |
Capítulo I. De cómo le es natural al hombre ofrecer a Dios sacrificio, de la misma manera que le es natural su conocimiento y la inclinación a él | 137-141 | |
Capítulo II. Que trata la antigüedad de el sacrificio, y se prueba haber sido Adán el primero que sacrificó en el mundo | 141-145 | |
Capítulo III. Donde se dice que aunque el sacrificio es al hombre natural, no lo son las cosas de que se ofrece, ni son unos los modos con que son los sacrificios ofrecidos | 145-146 | |
Capítulo IV. De cómo en los primeros tiempos de el mundo los primeros y antiguos gentiles sacrificaron a sus dioses yerbas y flores, sin hacer otro ningún género de sacrificio | 146-147 | |
Capítulo V. De cómo los sacrificios se vinieron a convertir y conmutar en muertes de animales, habiendo sido antes caso enorme y no usado ni permitido | 147-148 | |
Capítulo VI. De cómo se comenzaron los sacrificios de animales y cosas vivas; y de algunos que en particular se ofrecían a particulares dioses | 149-150 | |
Capítulo VII. De algunas razones motivas que tuvieron los gentiles de sacrificar diversos animales a diversos dioses | 151-152 | |
Capítulo VIII. Donde se dice la modificación de estos sacrificios en la gente pobre; y cómo se solían fingir las cosas animadas con las inanimadas, así entre los gentiles antiguos, como entre estos modernos indianos | 152-154 | |
Capítulo IX. De otros sacrificios de viandas y comidas que así los gentiles antiguos como estos modernos indios usaban | 154-155 | |
Capítulo X. De cómo fue muy ordinario ofrecer en los sacrificios de los gentiles vino | 155-156 | |
Capítulo XI. Donde se dice el origen y principio que las naciones de el mundo tuvieron en sacrificar hombres, y cómo fue esta invención introducida por demonio | 157-160 | |
Capítulo XII. Que prosigue la materia de los sacrificios antiguos en los cuales se sacrificaban hombres a los demonios | 161-162 | |
Capítulo XIII. Donde se prosigue la materia de los sacrificios, y se prueba su antigüedad y general uso entre los gentiles, y no ser contra la ley natural ofrecer a Dios los hijos en sacrificio, siendo por él pedidos | 162-166 | |
Capítulo XIV. De cómo los españoles y andaluces sacrificaron hombres a los demonios, a los cuales adoraban por dioses | 166-168 | |
Capítulo XV. De cómo los del pueblo de Dios también cayeron en esta ceguedad de ofrecer sangre humana y sus propios hijos al demonio | 168-171 | |
Capítulo XVI. Donde se trata de la inclinación grande que los judíos tenían a la idolatría, y se dan las razones por qué fueron a ella tan inclinados | 171-173 | |
Capítulo XVII. De cómo estas gentes de esta Nueva España sacrificaron hombres al demonio, y se dice el origen de este sacrificio entre ellos | 174-175 | |
Capítulo XVIII. De otro sacrificio que estos indios hacían, de desollar los sacrificados, y se declara su antigüedad y origen | 176 | |
Capítulo XIX. De cómo se hacía el sacrificio de hombres que eran muertos en servicio del demonio | 177-178 | |
Capítulo XX. De otras maneras de sacrificio que estos indios tenían | 179-180 | |
Capítulo XXI. De cómo sacrificaban niños a los demonios haciéndoles morir de diferentes maneras | 180-182 | |
Capítulo XXII. Donde se dicen y declaran los lugares de los sacrificios | 183 |
Volumen III. Libro octavo
Capítulo | Páginas | |
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Argumento de el Libro Octavo | 185-186 | |
Prólogo al Libro Octavo | 187-188 | |
Capítulo I. Donde se dan las razones por qué mandó Dios que le fuesen edificados templos | 189-192 | |
Capítulo II. Del lugar que daba la gentilidad a los templos, y cómo lo describe y determina el Filósofo | 193-194 | |
Capítulo III. De la forma y rostro de los templos, y cómo los sentaban los antiguos; y se forman según sus cuatro partes, que fue como se hallaron en esta Nueva España | 194-196 | |
Capítulo IV. De la diversidad y formas diferentes de templos que ha habido en el mundo entre diversas y varias naciones | 196-199 | |
Capítulo V. Cómo los antiguos edificaron templos y altares en lugares altos y escabrosos; y cómo estos indios, de esta Nueva España y Pirú, los usaron | 199-205 | |
Capítulo VI. En el cual se prueba, con lugares de escritura, el intento pasado; y cómo estos indios, sobre todas las naciones del mundo, tuvieron este uso de edificar templos y levantar altares en las sierras y cumbres altas | 205-207 | |
Capítulo VII. De diversos lugares donde los antiguos gentiles edificaban templos a sus dioses y los intentos que para ello tenían y las formas y hechuras de ellos | 207-210 | |
Capítulo VIII. De los templos que había en la Isla Española; y de cómo, por razón de no ser muy dados los de aquellas islas a la idolatría, no usaban de templos sumptuosos | 210-211 | |
Capítulo IX. De los muchos y sumptuosos templos que había en la Nueva España y de la forma con que se edificaban | 211-214 | |
Capítulo X. Que trata del intento que el demonio pudo tener para dar orden cómo entre estos indios occidentales hubiese esta manera de templos, no habiéndose usado entre ningunas naciones del mundo | 214-216 | |
Capítulo XI. Del sumptuoso y magnífico templo que en esta ciudad de Mexico había dedicado al dios Huitzilupuchtli, y de otros menores que en su contorno había | 216-220 | |
Capítulo XII. Donde se dicen los nombres de los dioses que en los templos y capillas menores se reverenciaban, y se particularizan sus asientos y lugares, y los días en que ellos celebraban fiesta; y algunas casas y salas particulares de habitación y penitencia | 220-223 | |
Capítulo XIII. De otros edificios y templos que había dentro de este cuadro y templo principal de Mexico, y se va continuando la materia de el pasado | 223-226 | |
Capítulo XIV. Donde se prosigue la cuenta de las muchas mansiones, templos y capillas que en el gran cuadro de este célebre templo mexicano había | 226-229 | |
Capítulo XV. De otros edificios particulares de este templo mexicano, y de una piedra que en el patio de él había, en la cual ataban y peleaban cautivos, que era el sacrificio gladiatorio, que es muy de notar | 229-231 | |
Capítulo XVI. De otras capillas y cúes que en el cuadro de este templo había, con otras cosas de notar | 231-233 | |
Capítulo XVII. Del templo de la diosa Juno en la provincia de Siria y de su aplicación en lo que era semejante al de Mexico; y de cómo ha sido costumbre antigua en los templos, jardines y lugares para animales y aves; y de cómo el demonio quiso imitar en este templo la forma del de Salomón en el Sancta Sanctorum | 233-238 | |
Capítulo XVIII. De la muchedumbre de templos que hubo en esta Nueva España, y de cómo esta nación indiana se aventajó a todas las del mundo en el crecido y aventajado número de ellos | 238 | |
Capítulo XIX. Del ornato y riquezas de los templos de esta Nueva España y Pirú | 239-242 | |
Capítulo XX. De las rentas y fábrica de los templos de estos indios occidentales | 242-244 | |
Capítulo XXI. De las rentas decimales y primiciarias, y de cómo han sido en todo tiempo usadas y se usaron entre los indios de esta Nueva España, y de presente se acostumbran | 244-246 | |
Capítulo XXII. De las presagiones y dedicaciones de los templos | 247-248 | |
Capítulo XXIII. De los adornos y enramamientos de los templos | 248-249 |
Volumen III. Libro nono
Capítulo | Páginas | |
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Argumento de el Libro Nono | 251-252 | |
Prólogo al Libro Nono | 253-254 | |
Capítulo I. Donde se declara la etimología del nombre de sacerdote; y se dice ser necesarios los sacerdotes para el culto divino, y en quién tuvo origen y principio este oficio, y cómo fue corriendo por todas las naciones y edades del mundo | 255-256 | |
Capítulo II. De las dignidades y órdenes de sacerdotes y ministros que hay en el estado evangélico | 256-258 | |
Capítulo III. De los ministros de el demonio que servían en sus casas y templos entre los idólatras | 259 | |
Capítulo IV. De cómo estos indios occidentales fueron semejantes a los antiguos idólatras en las elecciones y distinciones de ministros superiores e inferiores, y se declara el nombre de pontífice | 260-262 | |
Capítulo V. De otros sacerdotes que había en esta Nueva España, y su elección | 262-263 | |
Capítulo VI. De otras dignidades y ministros que tuvieron estas gentes idólatras | 263-265 | |
Capítulo VII. De los sacerdotes y pontífice que se elegía en la provincia y señorío de los totonacas; y del modo de su elección y preeminencia y de su manera de consagración, casi semejante en la confección del olio a la de el sacerdote sumo de la ley antigua, que fue engaño muy notable de el demonio | 266-267 | |
Capítulo VIII. De los sacerdotes que se elegían a la diosa Cinteutl, que eran como monjes segregados y apartados de los demás, de su dignidad y vida | 267-268 | |
Capítulo IX. De los capellanes perpetuos que los de la provincia de Teohuacan tenían en los templos, y de su modo de religión y vida | 268-270 | |
Capítulo X. De otras dignidades a cuyo cargo estaban las cosas de el servicio de los templos | 271-272 | |
Capítulo XI. De otros muchos ministros que había en los templos de los mexicanos que servían como sacristanes | 272-273 | |
Capítulo XII. De otros ministros de los templos que servían en otros oficios exteriores, y de cómo éstos eran doctrinados | 273-274 | |
Capítulo XIII. De cómo se ofrecían los niños a los templos y a las escuelas y gimmasios que estaban junto a ellos, y de lo que les enseñaban; y se refutan los vicios antiguos que en semejantes congregaciones se usaban en repúblicas antiguas | 275-276 | |
Capítulo XIV. De las mujeres que servían en los templos, que eran a manera de vírgines vestales antiguas, y de lo que hacían y cosas en que se ocupaban | 276-280 | |
Capítulo XV. De dos diferencias de mujeres que asistían en el templo y tabernáculo de Dios en su pueblo de Israel, y de cómo fue corriendo esta costumbre hasta la venida de Cristo nuestro señor; y se concluye haber usurpado el demonio esta manera de religión para la falsa suya, así entre los gentiles antiguos como entre estos modernos occidentales | 281-285 | |
Capítulo XVI. De lo que se ha podido colegir y hallar del modo del sacerdocio de los reinos de el Pirú y sus ministros | 286-287 | |
Capítulo XVII. De cómo el agorar y adivinar era de el oficio sacerdotal y muy estimado en todos, así antiguos como modernos gentiles de esta Nueva España | 288-293 | |
Capítulo XVIII. De la autoridad, estimación y crédito de el sacerdocio, y la opinión en que los sacerdotes han estado entre todas las naciones del mundo, entre los cuales se nombran estos de esta Nueva España | 293-298 | |
Capítulo XIX. Cómo la dignidad real y el sacerdocio anduvieron juntos en otros tiempos y naciones del mundo, y se halló en los primeros mexicanos | 298-300 | |
Capítulo XX. De cómo ha sido costumbre del demonio constituir ministros para mejor introducir sus errores y engaños, tomando motivo de lo que Dios ha hecho en las edades y tiempos antiguos | 300-302 | |
Capítulo XXI. Que prosigue la materia del pasado; del intento que el demonio ha tenido en tener sacerdotes y ministros, por los cuales más fácilmente ha traído a sí las gentes y las ha engañado, para servirse de ellas; y se prueba este su engañoso intento en los indios de esta Nueva España a islas convecinas | 302-303 | |
Capítulo XXII. De cómo la institución de los sacerdotes ha sido para que se ocupen en sacrificar a Dios, ora sea falso ora verdadero, conforme vivían desengañados o engañados los hombres; y de la primera parte deste oficio, que es hacerle de animales y otras cosas | 303-304 | |
Capítulo XXIII. Donde se trata de cómo aunque el oficio de los sacerdotes y de los otros ministros eclesiásticos antiguamente fue tener cuidado de los sacrificios que en los templos se hacían, era también su oficio ordinario cantar loores y alabanzas al Dios que adoraban y conocían | 305-307 | |
Capítulo XXIV. De la diligencia que ponían los sacerdotes gentiles, así antiguos como modernos de esta Nueva España, en ofrecer los sacrificios a sus dioses | 308-310 | |
Capítulo XXV. De las penitencias y ayunos que alguna vez hacía el sumo sacerdote y por qué causas | 310-311 | |
Capítulo XXVI. De la mucha limpieza y castidad que el estado sacerdotal incluye en sí, y de cómo en todas lanaciones gentílicas se preciaron los sacerdotes de castos, y es una de las condiciones necesarias para ofrecer los sacrificios | 311-314 | |
Capítulo XXVII. De los sacerdotes epulones (u de los convites que entre estas gentes indianas había) que fueron muy celebrados entre los romanos | 314-316 | |
Capítulo XXVIII. Del adorno y vestiduras de los sacerdotes de que ordinariamente andaban vestidos, y de los particulares aderezos con que se engalanaban los días festivos y de Pascua; y se dicen las causas por qué conservaban el cabello y la tizne | 316-318 | |
Capítulo XXIX. De la diferencia que los sacerdotes de esta Nueva España hicieron a los antiguos de otras naciones, y cuánto más castos y honestos fueron éstos que aquéllos, siendo todos ministros de el demonio, a un mismo culto dedicados | 318-320 | |
Capítulo XXX. Donde se trata de cierta manera de religión con que el dios Tezcatlipuca era servido por gente consagrada a él, y de la manera que eran ofrecidos de sus padres los mancebos o doncellas que le consagraban | 321-322 | |
Capítulo XXXI. De otra más estrecha manera de religión con que el dios Quetzalcohuatl era servido de mancebos y doncellas, y de cómo se las consagraban | 322-323 | |
Capítulo XXXII. De la plática y exhortación que a estos mancebos y doncellas hacían deudos y parientes más ancianos y viejos, para inclinarlos al cumplimiento de el voto con que sus padres los ofrecían a estos falsos dioses | 323-325 | |
Capítulo XXXIII. De la pena y castigo con que los sacerdotes gentiles castigaban a los inobedientes a los mandamientos eclesiásticos la cual es muy semejante a la que, en este estado de gracia, usa la iglesia, que se llama excomunión | 325-328 | |
Capítulo XXXIV. Del tañer de las campanas y de los veladores que había en los templos y barrios para llamar a las horas ordinarias de las administración de los oficios | 328-330 |
Volumen III. Libro décimo
Capítulo | Páginas | |
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Argumento de el Libro Décimo | 331-332 | |
Prólogo al Libro Décimo | 333-334 | |
Capítulo I. En el cual se declara este nombre fiesta y el tiempo de su antigüedad; y cómo los días festivos fueron introducidos en el mundo | 335-337 | |
Capítulo II. Del origen y principio que tuvieron en el pueblo de Dios las festividades y solemnidades que los hebreos celebraron. Y se nota ser el sábado el primer día festivo del mundo | 337-344 | |
Capítulo III. De las razones porque se inventaron las fiestas, así entre los gentiles como entre los del pueblo de Dios, en la ley escrita y esta de gracia y evangélica | 344-346 | |
Capítulo IV. De cómo se usaban convites y banquetes en las festividades que celebraban los antiguos, así entre los gentiles idólatras como entre los del pueblo de Dios y ley escrita | 346-347 | |
Capítulo V. Donde se declara cómo estos convites antiguos fueron cenas; y cómo los gentiles, así de otras naciones como los de estas Indias, tenían presentes en ellos a sus dioses, a los cuales sacrificaban en estos actos o antes o después | 348-351 | |
Capítulo VI. De los desconciertos que nacen de estos convites en las solemnidades y fiestas | 351-354 | |
Capítulo VII. De cómo se convirtieron las fiestas de la ley antigua en las de esta que gozamos ahora de gracia | 354-357 | |
Capítulo VIII. De las diversidades de fiestas que en las repúblicas se celebran, y en qué manera se instituyeron | 358-359 | |
Capítulo IX. Donde se trata de las primeras fiestas que en los primeros días de los meses celebraban estos mexicanos y otras naciones del mundo | 360-364 | |
Capítulo X. En el cual se da principio a las celebraciones de las fiestas que estos gentiles indianos celebraban cada mes de su calendario; y se trata de las del primer mes de su año | 364-366 | |
Capítulo XI. De las fiestas que estos indios celebraban en el mes segundo de su año, llamado tlacaxipehualitztli, al dios Xipe, por otro nombre Toteo, dios de los plateros | 366-367 | |
Capítulo XII. De la fiesta que hacían estos indios a los dioses Tlaloques, de las aguas, en el tercero mes de su año, llamado tozoztontli; y se declara el ofrecimiento y primicias de flores que en él se hacían, que fueron las mismas que en la antigua ley, de granos y semillas | 367-369 | |
Capítulo XIII. De la festividad y celebración que se hacía en el cuarto mes, llamado hueytozoztli, que quiere decir la gran vela y vigilia al dios o diosa, llamada Centeutl, por otro nombre Chicomecohuatl, que los antiguos llamaron Ceres | 370-371 | |
Capítulo XIV. Donde se trata de la festividad que tenía el dios Tezcatlipuca, por otro nombre Titlacahua, la cual le celebraban en el mes quinto, llamado toxcatl | 371-378 | |
Capítulo XV. Donde se dice ser este sacrificio hecho a Tezcatlipoca muy antiguo y usado en servicio de Júpiter, que es este mismo Tezcatlipoca | 379-380 | |
Capítulo XVI. De la fiesta que se celebraba en este mes toxcatl al dios Huitzilupuchtli, llamado de los antiguos Marte | 380-384 | |
Capítulo XVII. De la fiesta que hacían en el sexto mes, llamado etzalqualiztli, a los dioses Tlaloques abogados de la pluvia y agua | 385-386 | |
Capítulo XVIII. Del séptimo mes, llamado tecuhilhuitontli, en el cual hacían fiesta a la diosa de la sal Huixtocihuatl | 386-388 | |
Capítulo XIX. Del octavo mes de estos indios nahuas, llamado hueytecuhilhuitl, y de la fiesta que hacían en él a la diosa Xilonen, abogada de los jilotes, llamada de los antiguos gentiles Ceres | 388-390 | |
Capítulo XX. Que trata de el nono mes mexicano, llamado tlaxuchimaco, en el cual hacían fiesta al dios de la guerra, llamado Huitzilopuchtli | 390-391 | |
Capítulo XXI. De la fiesta que hacían al dios Iyacatecuhtli en este mismo mes, tlaxuchimaco, llamado por otro nombre hueymiccaylhuitl | 392-394 | |
Capítulo XXII. Que trata del décimo mes de estos indios, llamado xocotlhuetzi, en el cual hacían fiesta al dios del fuego, Xiuhtecuhtli y por otro nombre Ixcozauhqui | 394-396 | |
Capítulo XXIII. De la fiesta que hacían estos indios en el undécimo mes de su calendario, llamado uchpaniztli, a la diosa Teteuynan, madre de todos los dioses y por otro nombre Tocitzin | 396-399 | |
Capítulo XXIV. De la fiesta que hacían a todos los dioses estos indios en el mes duodécimo, llamado teutleco, que quiere decir llegada de los dioses | 399-401 | |
Capítulo XXV. De la fiesta que estas gentes hacían a los dioses de los montes y sierras en el mes treceno llamado tepeilhuitl | 401-402 | |
Capítulo XXVI. De la fiesta que estos naturales hacían al dios Mixcohuatl, en el mes catorceno, llamado quecholli en cuyo fin se hacía también fiesta al dios Tlamatzincatl | 403-404 | |
Capítulo XXVII. De la fiesta que se le hacía al dios de la guerra en el quinto décimo, llamado panquetzaliztli | 404-406 | |
Capítulo XXVIII. De la fiesta tercera que les hacían a los dioses de las aguas, llamados tlaloques, en el mes atemuztli, sexto décimo de su año | 407-408 | |
Capítulo XXIX. De la fiesta que se hacía a la diosa Ilamatecuhtli y por otro nombre Cozcamiauh, la cual celebraban en el mes décimo séptimo de su calendario, llamado tititl | 408-409 | |
Capítulo XXX. De la fiesta que estos naturales hacían al dios del fuego llamado Xiuhtecuhtli y por otro nombre Izcozauhqui, en el mes décimo octavo y último de su calendario, llamado izcalli | 409-412 | |
Capítulo XXXI. De otras fiestas que celebraban los tlaxcaltecas en su provincia de Tlaxcalla, Huexotzinco y Cholulla, que es capítulo muy de notar | 412-416 | |
Capítulo XXXII. De la fiesta principal que hacían los chololtecas a su mayor dios Quetzalcohuatl; y de un grande ayuno con que se disponían para festejarla | 417-418 | |
Capítulo XXXIII. De la ceremonia universal de el fuego que estos indios usaban de cincuenta y dos en cincuenta y dos años, que era fiesta muy particular y de grande nota, a manera de jubileo de cincuenta años entre los hebreos | 418-422 | |
Capítulo XXXIV. De la declaración y etimología de los nombres de los meses de el calendario indiano | 422-425 | |
Capítulo XXXV. Que prosigue la materia del pasado, de la declaración y etimología de los nombres de los meses de el calendario indiano | 425-428 | |
Capítulo XXXIV. Donde se trata de la cuenta que estos indios occidentales tenían, con que contaban sus meses y años para su buena gobernación y celebración de las fiestas de su calendario | 428-431 | |
Capítulo XXXVII. Donde se trata de el arte adivinatoria que tenían estos indios occidentales | 431-434 | |
Capítulo XXXVIII. Del palo volador de que usaban estos indios en sus fiestas principales | 434-437 |