Juana I de Castilla fue señalada “loca” por su padre, el rey Fernando de Aragón, por su esposo, el archiduque Felipe, y por su hijo Carlos, rey de España y emperador del Sacro Imperio Romano. Su presunta condición fue empleada por ellos para arrebatarle su legítimo derecho a gobernar. Cronistas, literatos, dramaturgos y cineastas explotaron esta caracterización para romantizar la figura de la reina. Nuevos estudios críticos han desmantelado la idea de que Juana estaba “loca”. 
Este ensayo se basa en dichas investigaciones y plantea que su historia no fue excepcional, pues muchas otras mujeres pasaron por la misma situación. Para ello, se estudian la visión de la época sobre la supuesta “inferioridad de las mujeres” y los argumentos jurídicos que combatió el movimiento intelectual conocido como “la querella de las mujeres”, iniciado por la obra de Christine de Pizan, en el siglo XV.

                                                                                                                
1521, un atado de vidas 
Los editores

I. Juana y Castilla, entre dos dinastías 

II. Formación. La querella de las mujeres en la corte de Isabel 

III. Alianzas políticas y matrimoniales 

IV. La mujer en las leyes castellanas y el testamento de la reina Isabel 

V. Clausura en Tordesillas 

VI. La reina de los comuneros 

VII. Una dinastía de reinas 


Bibliografía